jueves, 29 de septiembre de 2011

Aphaenogaster iberica

Correteando por los prados del Alto de la Cruz



Familia Formicidae.

Estas homigas nidifican siempre en el suelo. Sus nidos suelen estar provistos de un gran número de entradas en un espacio relativamente pequeño. Las entradas pueden estar o no cubiertas de piedrecillas u otros objetos, y en caso de estar excavado en arena o terreno blando, presentan forma de embudo que llega a tener 4 cm de diámetro y 30 cm de profundidad, rodeadas de volcanes de desperdicios. En Australia en ciertos lugares como campos de golf, pastos, etc, llegan a ser un serio problema, ya que socavan el terreno haciéndolo inestable. En terrenos duros las entradas son mucho menores, con pequeñas barreras de desperdicio rodeándola. Las del grupo Novomessor presentan diseños en forma de túmulos, similares a los nidos de Formica pero menores en tamaño, empleados para regular la temperatura (Holldobler & Wilson 1990).
Los nidos no son únicos para cada colonia, sino que migran frecuentemente de una a otra localización. En el caso de A. senilis se ha comprobado que prácticamente todas las colonias obervadas en Doñana trasladan sus nidos de zonas insoladas en invierno a lugares más resguardados a la sombra en verano (Angel Barroso com. per.). En el caso de la norteamericana A. rudis se ha constado que la presencia en un nido varía entre 19 y 37 días (Smallwood 1982, Herbers 1985). En caso de ser molestadas saldrán unas pocas obreras a defender el nido.
El número de individuos por nido es muy variable, siendo habitual una población del orden de varios cientos de obreras. Como en otros géneros, las obreras ponen huevos tróficos con los que alimentan a las larvas o la reina (Holldobler&Wilson 1990). Éstos suelen diferir de los de la reina en ser más flácidos y sin ADN detectable. Las larvas son alimentadas también con artrópodos. En el caso de que la presa sea demasiado grande, las hormigas optan por poner las larvas sobre la presa para que se alimenten de ella. Las reinas pueden vivir varios años-en cautividad, hasta 13 años para A. rudis (Haskins 1960).
Estas hormigas no son agresivas, y lo compensan con un buen sistema de reclutamiento para que no le sean arrebatadas las presas. A. albisetosus y A. cockerelli, de los desiertos de Norteamérica, emplean la estridulación como un reforzador en la comunicación (Hölldobler et al. 1978, Markl & Hölldobler 1978). Así, para reforzar la señal de llamada hacia una presa estas hormigas, además de emitir las feromonas típicas de la glándula del veneno, estridulan para que las compañeras acudan antes. Se calcula que de este modo ganan entre uno y dos minutos a sus competidores. Esta segunda especie emplea un método más expeditivo para bloquear el forrajeo de su competidora Pogonomymex barbatus, ¡cerrándoles el nido!, con lo que les retrasan entre una y tres horas (Gordon 1988). También se ha demostrado para estas dos especies la presencia de feromonas de alarma que sirve para provocar la emigración del nido ante la presencia de las hormigas legionarias (Holldobler & Wilson 1990). Se ha demostrado también que la respuesta de las especies de este subgénero hacia las hormigas legionarias del género Neivamyrmex se ve incrementada tras un contacto continuado (McDonald & Topoff 1986)
Las obreras de diferentes especies -A. senilis (Ledoux & Dargagnon 1973) y A. subterranea (Bruniquel 1972)- en nuestra fauna pueden llegar a reproducirse bien siendo inseminadas, bien telitokóticamente, esto es, generando obreras o reinas a partir de huevos no fecundados. Las reinas de diversas especies generan feromonas inhibidoras del desarrollo de los ovarios de las hembras, para que no puedan ejercer de competidoras de la reina, como se ha demostrado para A. cockerelli (Holldobler & Wilson 1990).
Como parece ser la norma en muchos otros géneros, los rastros dejados por estas hormigas hacia la comida suelen ser específicos de cada nido, esto es, una hormiga reconoce si el rastro detectado es de hormigas de su nido o no (Hölldobler & Wilson 1990). Se alimentan tanto de semillas como de restos animales, si bien existen especies más especializadas en la recolección de semillas, como A. striativentris en la Peninsula Ibérica o el subgénero Novomessor en Norteamérica.
Dentro de este género se encuentran las "hormigas jirafa" Aphaenogaster (Deromyrma) phalangium de centroamérica, con los cuellos inusualmente largos. Esta característica les permite navegar a través de charcos de agua, lo que les hace las primeras recolectoras tras las lluvias (Holldobler & Wilson 1990). Se ha descrito al menos una especie del Este de los EEUU, A. tennesseensis, inquilina temporal, que parasita a A. fulva (Creighton 1950).

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