miércoles, 28 de diciembre de 2011

Dryomyia lichtensteini (agalla de la encina)

Agallas producidas en el envés de las hojas de encina trás la puesta de huevos de una mosca (dryomyia lichtensteini). No tiene gran importancia como plaga,sin llegar a afectar seriamente al encinar. Esta encina en concreto cohabita con sus huespedes junto a las cercas de piedra en los arrabales de Pedrezuela, próxima al río Guadalix.

Aspecto del haz de la hoja afectada.

Descripción. Son dípteros de la familia de los cecidomidos.
El adulto es una mosca muy pequeña de unos 3 mm de longitud, de color negruzco en el macho y rosado en la hembra. Ésta tiene un prominente oviscapto y los machos posen una armadura genital llamadas parámeros de forma semicircular muy características. Las antenas de ambos poseen 16 artejos pero en el macho están muy separados en forma de rosario. Los huevos son alargados y de color rosados al igual que las larvas neonatas, que a medida que desarrollan se tornan amarillas. Éstas evolucionan hasta formar las pupas que en su último estadio son rojas con los rudimentos negros.

Biología. A principios de primavera, los adultos emergen de las agallas por el haz de la hoja, en un vuelo masivo en forma de nube, momento en el que se produce la cópula e inmediatamente después la puesta sobre las hojas de las quercineas (150-160 huevos/hembra). Con la eclosión aparecen las larvas neonatas que emigran hacia el haz atacando la cutícula de la hoja y provocando una depresión que posteriormente y al mismo tiempo que crece la hoja, va desarrollándose hasta formar la agalla. Durante el invierno, en el interior, las larvas evolucionan para nuevamente en primavera emerger los adultos y comenzar el ciclo de nuevo.

Daños y medios de control. Los daños no presentan en principio, importancia económica, mas bien estética, dando al árbol un aspecto enfermizo y apagado. Pero es indudable que en ataques masivos y durante varios años consecutivos, se podría producir un debilitamiento paulatino del árbol llegando a empeorar su vegetación, que en última instancia, podría llegar a afectar a la producción de bellota. En principio, no es necesario ni el empleo de tratamientos químicos, ni control alguno, pero en las zonas donde se realizan tratamiento para lepidópteros se aprecia una considerable disminución de éstos dípteros.

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